En mi ejercicio profesional, el rol de terapeuta es de guía o facilitadora de procesos psicológicos, en donde el protagonista principal es el propio paciente: El paciente, muchas veces, mediante dicho acompañamiento y sin percatarse, adquiere la destreza de resolver los problemas, inconvenientes, retos del diario vivir…, es decir, comienza a realizar cambios internos que impactan positivamente su mundo externo logrando vivenciar cada vez más sentimientos de alivio, satisfacción, adaptación, empoderamiento, entre otros.

Para que esto ocurra, es esencial establecer una relación empática y de confidencialidad entre terapeuta-paciente; por ende, en mi consulta resulta vital generar esa confianza, puesto que en un ambiente acogedor y de confianza-libertad, las personas pueden abrirse a indagar dentro de sí mismo sin temor alguno.

El terapeuta camina junto con su paciente por aquellos senderos que este así lo desee; nunca el profesional ingresa en aquellos rincones que el paciente no permita, como profesional se los puede señalar, pero el único que decide con plena libertad es el paciente, por eso realmente cada paciente es dueño de su proceso, de su vida.